Laia Falgueras y el por qué debemos hablar de educación por competencias
Laia Falgueras Cullell, profesora de economía en la Escuela Técnica de Girona, nos cuenta la importancia de hablar de educación por competencias.
Recién estrenada como profesora y con una fuerte convicción en sus pensamientos y un futuro prometedor.
¿Por qué debemos hablar de educación por competencias?
Con 23 años, justo acaba de empezar mi carrera profesional como profesora de secundaria. Sí, soy muy joven y seguramente muy inexperta todavía. Sin embargo, tengo más que claro que voy a dedicar toda mi vida a la enseñanza. ¿Y por qué lo tengo tan claro? Muy fácil: desde muy pequeña ha sido mi vocación y realmente creo que tengo, y tenemos como sociedad, una responsabilidad enorme para educar (y de paso enseñar, que no al revés) a las futuras generaciones.
En este contexto, me gustaría hablar un poco sobre la educación en la sociedad actual. Hoy en día, solo podemos hablar de educación por competencias. ¿Y por qué tenemos que hablar de competencias en educación? Vamos a recoger un poco de información:
Si nos centramos en la educación en general, cabe destacar como punto de inflexión el informe Delors (1996) «La educación encierra un tesoro», requerido por la UNESCO con la finalidad de orientar la educación del s. XXI. En este documento, el concepto de educación a lo largo de la vida es la clave para entrar en el siglo XXI. Este concepto va más allá de la distinción tradicional entre educación primera y educación permanente y coincide con otra cuestión planteada a menudo: la de sociedad educativa en la que todo puede ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades del individuo.
La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares (Delors, 1996): aprender a conocer (conocimientos), aprender a hacer, aprender a vivir juntos (competencia interpersonal), aprender a ser (actitudes y valores). Los retos de la sociedad actual piden personas capaces de adaptarse a un mundo caracterizado por el cambio, la complejidad y la interdependencia. Aprender a hacer es lo que nos remite al concepto de competencia. Se trata de adquirir no sólo una cualificación profesional, sino una competencia que capacite al individuo para hacer frente a un gran número de situaciones complejas, a trabajar en equipo y de manera interdisciplinaria. Pero también aprender a hacer en el marco de las diferentes experiencias sociales o de trabajo.
Mientras en los sistemas educativos formales tienden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos, en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo, y es en esta concepción que deben buscar inspiración y orientación las reformas educativas, tanto en la elaboración de los programas como en la definición de las nuevas políticas pedagógicas. Así, la mirada competencial de la educación toma fuerza a partir del informe Delors y es recogida e institucionalizada más adelante por diversos organismos y consejos gubernamentales.
Cabe también destacar la Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente [Diario Oficial L 394 de 30.12.2006], en la que se definen las competencias clave para el aprendizaje permanente:
Las competencias clave, como combinación de conocimientos, capacidades y actitudes adecuados para una determinada situación, son fundamentales para todo individuo en una sociedad basada en el conocimiento. Estas competencias conllevan un valor añadido en el mercado laboral, en el ámbito de la cohesión social y de la ciudadanía activa al aportar flexibilidad, adaptabilidad, satisfacción y motivación. Dado que todos los ciudadanos deberían adquirir estas competencias, esta recomendación propone a los Estados miembros una herramienta de referencia para asegurar que estas competencias clave se integren plenamente en las estrategias e infraestructuras de los Estados miembros y, particularmente, en el marco de la aprendizaje permanente.
Las competencias clave, que responden a las preocupaciones del Consejo Europeo de Lisboa del 23 y 24 de marzo de 2000 y que fueron retomadas en 2005 por la Estrategia revisada de Lisboa, se inscriben en el marco de los objetivos del programa de trabajo «educación y Formación 2010», de la Comunicación de la Comisión de 2001 sobre la realización de un Espacio Europeo de Aprendizaje Permanente, así como de la Resolución del Consejo adoptada posteriormente, en 2002. Concretamente, estas dos últimas proponen convertir las competencias básicas en una prioridad para todos los grupos de edad.
Encontramos numerosas definiciones para el término competencia en educación que, de manera sintética, nos quieren decir más o menos lo mismo: la capacidad de movilizar / gestionar saberes en diferentes contextos y situaciones.
«La capacidad de actuar de manera eficaz en un tipo definido de situación, una capacidad que se sustenta en conocimientos, pero no se reduce» (Perrenoud, 1999)
«La competencia es la capacidad de responder a las demandas y llevar a cabo las tareas de manera adecuada. Surge de la combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficiente» (Informe DeSeCo, 2002)
«Una combinación dinámica de atributos, con relación a conocimientos, habilidades, actitudes y responsabilidades, que describen los resultados del aprendizaje de un programa pedagógico o lo que los alumnos son capaces de demostrar al final de un proceso educativo» (proyecto Tuning, 2003)
«La combinación de saberes técnicos, metodológicos y participativos que se actualizan en una situación y en un momento particulares» (AQU Catalunya, 2004)
«El conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas relacionados con el programa formativo que capacita al alumno para llevar a cabo las tareas profesionales recogidas en el perfil de graduado del programa» (ANECA, 2004)
«Una combinación de los conocimientos, habilidades y actitudes apropiadas al contexto. Las competencias claves son aquellas que todos los individuos necesitan para un desarrollo personal, participación activa en la sociedad, inclusión social y trabajo» (CEE, 2006)
«Capacidad de actuar eficazmente en situaciones diversas, complejas e imprevisibles; se apoya en conocimientos, pero también en valores, habilidades, experiencia… » (Eurydice, 2002)
En resumen, y bajo mi punto de vista, con las nuevas exigencias y necesidades educativas de la globalización, las competencias se convierten en parte esencial en el proceso de formación de profesionales y deberíamos ser capaces de responder de manera consciente, creativa, innovadora y pertinente a las demandas de una sociedad que se encuentra en constante cambio y desarrollo.
Para acabar, me gusta destacar siempre que el pensamiento crítico, la creatividad, la reflexión, la iniciativa, la resolución de problemas, la participación, la toma de decisiones y la gestión constructiva de los sentimientos juegan un papel clave en la educación por competencias y son elementos que harán posible la capacidad para conseguir los objetivos comunes como los procesos democráticos, la productividad económica, la cohesión social, la equidad, los derechos humanos y la sostenibilidad ecológica.
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